Tenemos aquí un ejemplo de una pirámide feudal y de los lugares donde vive la población en este momento de la historia.
El feudalismo es característico de la edad media, aunque tiene sus predecesores y continuación. El periodo de esplendor, según la historiografía tradicional, es entre los siglo X y XIII d.C en la Europa occidental.
lunes, 14 de diciembre de 2015
sábado, 12 de diciembre de 2015
Neron's last news (o como se diga)
Los cristianos que Nerón nunca mató
Una nueva investigación confirma que el emperador romano no ordenó persecuciones de cristianos tras el incendio de Roma
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/12/11/actualidad/1449837567_576654.html
Uno de los momentos más universalmente reconocibles de la historia romana,
los cristianos devorados por las fieras en el Coliseo, acusados de
haber provocado el incendio que devastó Roma en el año 64, ante el
deleite de las masas y los aplausos de Nerón,
nunca tuvo lugar. Este anfiteatro fue construido después del reinado
del último emperador de la estirpe de Augusto, que gobernó durante 14
años entre 54 y 68 y que se suicidó ante la certidumbre de que iba a ser
asesinado a los 31 años. Pero, además, cada vez se acumulan más
indicios que indican que, en realidad, Nerón nunca persiguió a los
cristianos. Un artículo que acaba de ser publicado en el Journal of Roman Studies de la Universidad de Cambridge
ofrece una contundente batería de argumentos que demuestran que aquella
primera represión, en la que en teoría fueron ajusticiados los
apóstoles Pedro y Pablo y que sienta las bases del martirologio
cristiano, es un mito. Su autor es un catedrático de estudios clásicos
de la Universidad de Princeton, Brent D. Shaw.
No es el primer erudito que pone en duda uno de las muchas leyendas que
rodean a Nerón, pero el asunto no se había analizado hasta ahora con
tanta minuciosidad.
“No es tan raro”, explica Shaw por correo electrónico cuando es
preguntado sobre cómo es posible que un hecho tan relevante y tan citado
resulte ser falso. “A lo largo de mi carrera como historiador me he
encontrado muchas veces con acontecimientos de la historia romana que
son aceptados sin ser investigados a fondo. Dado que este acontecimiento
forma parte de la historia canónica cristiana, la Iglesia tampoco tenía
mucho interés en analizarlo desde un punto de vista crítico”. La
investigación de Shaw ha tenido cierto impacto e incluso aquellos que no
comparten totalmente sus conclusiones defienden la solidez de sus
argumentos. G.W. Bowersock, profesor emérito de Historia Antigua en
Princeton, escribe en el último número de The New York Review of Books
que el artículo de Shaw está “cuidadosamente razonado” y sostiene que
“puede alterar de forma dramática la visión de los primeros cristianos”.
Sin embargo, al igual que biógrafos de Nerón como Edward Champlin o
Donatien Grau, Bowersock sí cree que se produjeron asesinatos de
cristianos tras el incendio.
Los argumentos de Shaw, autor de ensayos como Sacred Violence: Afo de los momentos más universalmente reconocibles de la historia romana,
los cristianos devorados por las fieras en el Coliseo, acusados de
haber provocado el incendio que devastó Roma en el año 64, ante el
deleite de las masas y los aplausos de Nerón,
nunca tuvo lugar. Este anfiteatro fue construido después del reinado
del último emperador de la estirpe de Augusto, que gobernó durante 14
años entre 54 y 68 y que se suicidó ante la certidumbre de que iba a ser
asesinado a los 31 años. Pero, además, cada vez se acumulan más
indicios que indican que, en realidad, Nerón nunca persiguió a los
cristianos. Un artículo que acaba de ser publicado en el Journal of Roman Studies de la Universidad de Cambridge
ofrece una contundente batería de argumentos que demuestran que aquella
primera represión, en la que en teoría fueron ajusticiados los
apóstoles Pedro y Pablo y que sienta las bases del martirologio
cristiano, es un mito. Su autor es un catedrático de estudios clásicos
de la Universidad de Princeton, Brent D. Shaw.
No es el primer erudito que pone en duda uno de las muchas leyendas que
rodean a Nerón, pero el asunto no se había analizado hasta ahora con
tanta minuciosidad.
“No es tan raro”, explica Shaw por correo electrónico cuando es preguntado sobre cómo es posible que un hecho tan relevante y tan citado resulte ser falso. “A lo largo de mi carrera como historiador me he encontrado muchas veces con acontecimientos de la historia romana que son aceptados sin ser investigados a fondo. Dado que este acontecimiento forma parte de la historia canónica cristiana, la Iglesia tampoco tenía mucho interés en analizarlo desde un punto de vista crítico”. La investigación de Shaw ha tenido cierto impacto e incluso aquellos que no comparten totalmente sus conclusiones defienden la solidez de sus argumentos. G.W. Bowersock, profesor emérito de Historia Antigua en Princeton, escribe en el último número de The New York Review of Books que el artículo de Shaw está “cuidadosamente razonado” y sostiene que “puede alterar de forma dramática la visión de los primeros cristianos”. Sin embargo, al igual que biógrafos de Nerón como Edward Champlin o Donatien Grau, Bowersock sí cree que se produjeron asesinatos de cristianos tras el incendio.
Los argumentos de Shaw, autor de ensayos como Sacred Violence: African Christians and Sectarian Hatred in the Age of Augustine
(2011), se basan sobre todo en un análisis del párrafo del historiador
romano Tácito en el que describe las persecuciones, el único documento
que habla de ellas aparte de una breve referencia de Suetonio. En sus Anales,
escritos unos 60 años después del incendio de Roma, Tácito escribe:
“Nerón buscó rápidamente un culpable e infligió las más exquisitas
torturas sobre un grupo odiado por sus abominaciones, que el populacho
llama cristianos. Cristo, de quien toman el nombre, sufrió la pena
capital durante el principado de Tiberio de la mano de uno de nuestros
procuradores, Poncio Pilatos, y esta dañina superstición resurgió no
sólo en Judea, fuente primigenia del mal, sino también en Roma, donde
todos los vicios y los males del mundo hallan su centro y se hacen
populares. Por consiguiente, se arrestó primeramente a todos aquellos
que se declararon culpables; entonces, con la información que dieron,
una inmensa multitud fue presa, no tanto por el crimen de haber
incendiado la ciudad como por su odio contra la humanidad. Todo tipo de
mofas se unieron a sus ejecuciones. Cubiertos con pellejos de bestias
fueron despedazados por perros y perecieron, o fueron crucificados, o
condenados a la hoguera y quemados para servir de iluminación nocturna,
cuando el día hubiera acabado” (Traducción de Crescente López de Juan).
Richard Holland define este texto en Nero. The man behind the myth como “el documento secular de la antigüedad examinado con una mayor profundidad”.
El profesor de Princeton sostiene que se trata de “un completo anacronismo”, que en realidad Tácito hablaba más de su época que de la de Nerón, donde los cristianos todavía eran muy minoritarios en Roma y es muy posible que ni siquiera fuesen conocidos por ese nombre. Si las acusaciones hubiesen tenido tal magnitud, es insólito que ningún otro autor hablase de ellas, que no exista ningún documento que las describa. Para Shaw, sin duda se produjeron persecuciones después del incendio, dado que Nerón necesitaba encontrar cabezas de turco, pero no pudieron ir dirigidas a los cristianos, que entonces no estaban señalados como un culto pernicioso. “La conexión específica de los cristianos con el gran fuego de Roma se desarrolló más tarde. La mayoría de las fuentes que han llegado hasta nosotros indican que en torno al año 100”, escribe.
Sus argumentos van más allá de Tácito y estudia lo poco que se conoce
de la muerte de Pedro y de Pablo. Sobre el primero, apenas se tiene
información, ni siquiera si fue ejecutado y tampoco si ocurrió en Roma o
Jerusalén. Lo más probable es que muriese en torno al año 50. En cuanto
a Pablo —un apóstol cuya vida analiza Emmanuel Carrère es su último libro, El Reino— fue
ejecutado en Roma, en torno al año 60, pero la acusación no tenía nada
que ver con el hecho de ser cristiano, sino por agitador. “Nerón fue muy
famoso, amado por el pueblo, pero sin embargo fue odiado por el Senado y
otras élites de Roma, que le describieron como un ser maligno”, explica
Sho de los momentos más universalmente reconocibles de la historia romana,
los cristianos devorados por las fieras en el Coliseo, acusados de
haber provocado el incendio que devastó Roma en el año 64, ante el
deleite de las masas y los aplausos de Nerón,
nunca tuvo lugar. Este anfiteatro fue construido después del reinado
del último emperador de la estirpe de Augusto, que gobernó durante 14
años entre 54 y 68 y que se suicidó ante la certidumbre de que iba a ser
asesinado a los 31 años. Pero, además, cada vez se acumulan más
indicios que indican que, en realidad, Nerón nunca persiguió a los
cristianos. Un artículo que acaba de ser publicado en el Journal of Roman Studies de la Universidad de Cambridge
ofrece una contundente batería de argumentos que demuestran que aquella
primera represión, en la que en teoría fueron ajusticiados los
apóstoles Pedro y Pablo y que sienta las bases del martirologio
cristiano, es un mito. Su autor es un catedrático de estudios clásicos
de la Universidad de Princeton, Brent D. Shaw.
No es el primer erudito que pone en duda uno de las muchas leyendas que
rodean a Nerón, pero el asunto no se había analizado hasta ahora con
tanta minuciosidad.
“No es tan raro”, explica Shaw por correo electrónico cuando es preguntado sobre cómo es posible que un hecho tan relevante y tan citado resulte ser falso. “A lo largo de mi carrera como historiador me he encontrado muchas veces con acontecimientos de la historia romana que son aceptados sin ser investigados a fondo. Dado que este acontecimiento forma parte de la historia canónica cristiana, la Iglesia tampoco tenía mucho interés en analizarlo desde un punto de vista crítico”. La investigación de Shaw ha tenido cierto impacto e incluso aquellos que no comparten totalmente sus conclusiones defienden la solidez de sus argumentos. G.W. Bowersock, profesor emérito de Historia Antigua en Princeton, escribe en el último número de The New York Review of Books que el artículo de Shaw está “cuidadosamente razonado” y sostiene que “puede alterar de forma dramática la visión de los primeros cristianos”. Sin embargo, al igual que biógrafos de Nerón como Edward Champlin o Donatien Grau, Bowersock sí cree que se produjeron asesinatos de cristianos tras el incendio.
Los argumentos de Shaw, autor de ensayos como Sacred Violence: African Christians and Sectarian Hatred in the Age of Augustine
(2011), se basan sobre todo en un análisis del párrafo del historiador
romano Tácito en el que describe las persecuciones, el único documento
que habla de ellas aparte de una breve referencia de Suetonio. En sus Anales,
escritos unos 60 años después del incendio de Roma, Tácito escribe:
“Nerón buscó rápidamente un culpable e infligió las más exquisitas
torturas sobre un grupo odiado por sus abominaciones, que el populacho
llama cristianos. Cristo, de quien toman el nombre, sufrió la pena
capital durante el principado de Tiberio de la mano de uno de nuestros
procuradores, Poncio Pilatos, y esta dañina superstición resurgió no
sólo en Judea, fuente primigenia del mal, sino también en Roma, donde
todos los vicios y los males del mundo hallan su centro y se hacen
populares. Por consiguiente, se arrestó primeramente a todos aquellos
que se declararon culpables; entonces, con la información que dieron,
una inmensa multitud fue presa, no tanto por el crimen de haber
incendiado la ciudad como por su odio contra la humanidad. Todo tipo de
mofas se unieron a sus ejecuciones. Cubiertos con pellejos de bestias
fueron despedazados por perros y perecieron, o fueron crucificados, o
condenados a la hoguera y quemados para servir de iluminación nocturna,
cuando el día hubiera acabado” (Traducción de Crescente López de Juan).
Richard Holland define este texto en Nero. The man behind the myth como “el documento secular de la antigüedad examinado con una mayor profundidad”.
El profesor de Princeton sostiene que se trata de “un completo anacronismo”, que en realidad Tácito hablaba más de su época que de la de Nerón, donde los cristianos todavía eran muy minoritarios en Roma y es muy posible que ni siquiera fuesen conocidos por ese nombre. Si las acusaciones hubiesen tenido tal magnitud, es insólito que ningún otro autor hablase de ellas, que no exista ningún documento que las describa. Para Shaw, sin duda se produjeron persecuciones después del incendio, dado que Nerón necesitaba encontrar cabezas de turco, pero no pudieron ir dirigidas a los cristianos, que entonces no estaban señalados como un culto pernicioso. “La conexión específica de los cristianos con el gran fuego de Roma se desarrolló más tarde. La mayoría de las fuentes que han llegado hasta nosotros indican que en torno al año 100”, escribe.
Sus argumentos van más allá de Tácito y estudia lo poco que se conoce
de la muerte de Pedro y de Pablo. Sobre el primero, apenas se tiene
información, ni siquiera si fue ejecutado y tampoco si ocurrió en Roma o
Jerusalén. Lo más probable es que muriese en torno al año 50. En cuanto
a Pablo —un apóstol cuya vida analiza Emmanuel Carrère es su último libro, El Reino— fue
ejecutado en Roma, en torno al año 60, pero la acusación no tenía nada
que ver con el hecho de ser cristiano, sino por agitador. “Nerón fue muy
famoso, amado por el pueblo, pero sin embargo fue odiado por el Senado y
otras élites de Roma, que le describieron como un ser maligno”, explica
Shaw. “Al construir su historiografía, autores cristianos como Eusebio
encontraron muy fácil retomar esos argumentos. Marco Aurelio persiguió a
cristianos, pero fue siempre definido por esas mismas élites como un
gran gobernante”. La gran historiadora Mary Beard
lo dice de otra manera: “Nunca sabremos si emperadores como Nerón
fueron depuestos porque eran malos y fueron definidos como malos
precisamente porque fueron depuestos”.
aw. “Al construir su historiografía, autores cristianos como Eusebio encontraron muy fácil retomar esos argumentos. Marco Aurelio persiguió a cristianos, pero fue siempre definido por esas mismas élites como un gran gobernante”. La gran historiadora Mary Beard lo dice de otra manera: “Nunca sabremos si emperadores como Nerón fueron depuestos porque eran malos y fueron definidos como malos precisamente porque fueron depuestos”.
rican Christians and Sectarian Hatred in the Age of Augustine (2011), se basan sobre todo en un análisis del párrafo del historiador romano Tácito en el que describe las persecuciones, el único documento que habla de ellas aparte de una breve referencia de Suetonio. En sus Anales, escritos unos 60 años después del incendio de Roma, Tácito escribe: “Nerón buscó rápidamente un culpable e infligió las más exquisitas torturas sobre un grupo odiado por sus abominaciones, que el populacho llama cristianos. Cristo, de quien toman el nombre, sufrió la pena capital durante el principado de Tiberio de la mano de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilatos, y esta dañina superstición resurgió no sólo en Judea, fuente primigenia del mal, sino también en Roma, donde todos los vicios y los males del mundo hallan su centro y se hacen populares. Por consiguiente, se arrestó primeramente a todos aquellos que se declararon culpables; entonces, con la información que dieron, una inmensa multitud fue presa, no tanto por el crimen de haber incendiado la ciudad como por su odio contra la humanidad. Todo tipo de mofas se unieron a sus ejecuciones. Cubiertos con pellejos de bestias fueron despedazados por perros y perecieron, o fueron crucificados, o condenados a la hoguera y quemados para servir de iluminación nocturna, cuando el día hubiera acabado” (Traducción de Crescente López de Juan). Richard Holland define este texto en Nero. The man behind the myth como “el documento secular de la antigüedad examinado con una mayor profundidad”.
El profesor de Princeton sostiene que se trata de “un completo anacronismo”, que en realidad Tácito hablaba más de su época que de la de Nerón, donde los cristianos todavía eran muy minoritarios en Roma y es muy posible que ni siquiera fuesen conocidos por ese nombre. Si las acusaciones hubiesen tenido tal magnitud, es insólito que ningún otro autor hablase de ellas, que no exista ningún documento que las describa. Para Shaw, sin duda se produjeron persecuciones después del incendio, dado que Nerón necesitaba encontrar cabezas de turco, pero no pudieron ir dirigidas a los cristianos, que entonces no estaban señalados como un culto pernicioso. “La conexión específica de los cristianos con el gran fuego de Roma se desarrolló más tarde. La mayoría de las fuentes que han llegado hasta nosotros indican que en torno al año 100”, escribe.
Sus argumentos van más allá de Tácito y estudia lo poco que se conoce
de la muerte de Pedro y de Pablo. Sobre el primero, apenas se tiene
información, ni siquiera si fue ejecutado y tampoco si ocurrió en Roma o
Jerusalén. Lo más probable es que muriese en torno al año 50. En cuanto
a Pablo —un apóstol cuya vida analiza Emmanuel Carrère es su último libro, El Reino— fue
ejecutado en Roma, en torno al año 60, pero la acusación no tenía nada
que ver con el hecho de ser cristiano, sino por agitador. “Nerón fue muy
famoso, amado por el pueblo, pero sin embargo fue odiado por el Senado y
otras élites de Roma, que le describieron como un ser maligno”, explica
Shaw. “Al construir su historiografía, autores cristianos como Eusebio
encontraron muy fácil retomar esos argumentos. Marco Aurelio persiguió a
cristianos, pero fue siempre definido por esas mismas élites como un
gran gobernante”. La gran historiadora Mary Beard
lo dice de otra manera: “Nunca sabremos si emperadores como Nerón
fueron depuestos porque eran malos y fueron definidos como malos
precisamente porque fueron depuestos”.
El artículo de Shaw “puede alterar de forma
dramática la visión de los primeros cristianos”, sostiene un experto en
la historia de Roma
“No es tan raro”, explica Shaw por correo electrónico cuando es preguntado sobre cómo es posible que un hecho tan relevante y tan citado resulte ser falso. “A lo largo de mi carrera como historiador me he encontrado muchas veces con acontecimientos de la historia romana que son aceptados sin ser investigados a fondo. Dado que este acontecimiento forma parte de la historia canónica cristiana, la Iglesia tampoco tenía mucho interés en analizarlo desde un punto de vista crítico”. La investigación de Shaw ha tenido cierto impacto e incluso aquellos que no comparten totalmente sus conclusiones defienden la solidez de sus argumentos. G.W. Bowersock, profesor emérito de Historia Antigua en Princeton, escribe en el último número de The New York Review of Books que el artículo de Shaw está “cuidadosamente razonado” y sostiene que “puede alterar de forma dramática la visión de los primeros cristianos”. Sin embargo, al igual que biógrafos de Nerón como Edward Champlin o Donatien Grau, Bowersock sí cree que se produjeron asesinatos de cristianos tras el incendio.
El artículo de Shaw “puede alterar de forma
dramática la visión de los primeros cristianos”, sostiene un experto en
la historia de Roma
El profesor de Princeton sostiene que se trata de “un completo anacronismo”, que en realidad Tácito hablaba más de su época que de la de Nerón, donde los cristianos todavía eran muy minoritarios en Roma y es muy posible que ni siquiera fuesen conocidos por ese nombre. Si las acusaciones hubiesen tenido tal magnitud, es insólito que ningún otro autor hablase de ellas, que no exista ningún documento que las describa. Para Shaw, sin duda se produjeron persecuciones después del incendio, dado que Nerón necesitaba encontrar cabezas de turco, pero no pudieron ir dirigidas a los cristianos, que entonces no estaban señalados como un culto pernicioso. “La conexión específica de los cristianos con el gran fuego de Roma se desarrolló más tarde. La mayoría de las fuentes que han llegado hasta nosotros indican que en torno al año 100”, escribe.
"Nerón fue muy famoso, amado por el pueblo, pero
sin embargo fue odiado por el Senado y otras élites de Roma, que le
describieron como un ser maligno”, explica Shaw
“No es tan raro”, explica Shaw por correo electrónico cuando es preguntado sobre cómo es posible que un hecho tan relevante y tan citado resulte ser falso. “A lo largo de mi carrera como historiador me he encontrado muchas veces con acontecimientos de la historia romana que son aceptados sin ser investigados a fondo. Dado que este acontecimiento forma parte de la historia canónica cristiana, la Iglesia tampoco tenía mucho interés en analizarlo desde un punto de vista crítico”. La investigación de Shaw ha tenido cierto impacto e incluso aquellos que no comparten totalmente sus conclusiones defienden la solidez de sus argumentos. G.W. Bowersock, profesor emérito de Historia Antigua en Princeton, escribe en el último número de The New York Review of Books que el artículo de Shaw está “cuidadosamente razonado” y sostiene que “puede alterar de forma dramática la visión de los primeros cristianos”. Sin embargo, al igual que biógrafos de Nerón como Edward Champlin o Donatien Grau, Bowersock sí cree que se produjeron asesinatos de cristianos tras el incendio.
El artículo de Shaw “puede alterar de forma
dramática la visión de los primeros cristianos”, sostiene un experto en
la historia de Roma
El profesor de Princeton sostiene que se trata de “un completo anacronismo”, que en realidad Tácito hablaba más de su época que de la de Nerón, donde los cristianos todavía eran muy minoritarios en Roma y es muy posible que ni siquiera fuesen conocidos por ese nombre. Si las acusaciones hubiesen tenido tal magnitud, es insólito que ningún otro autor hablase de ellas, que no exista ningún documento que las describa. Para Shaw, sin duda se produjeron persecuciones después del incendio, dado que Nerón necesitaba encontrar cabezas de turco, pero no pudieron ir dirigidas a los cristianos, que entonces no estaban señalados como un culto pernicioso. “La conexión específica de los cristianos con el gran fuego de Roma se desarrolló más tarde. La mayoría de las fuentes que han llegado hasta nosotros indican que en torno al año 100”, escribe.
"Nerón fue muy famoso, amado por el pueblo, pero
sin embargo fue odiado por el Senado y otras élites de Roma, que le
describieron como un ser maligno”, explica Shaw
aw. “Al construir su historiografía, autores cristianos como Eusebio encontraron muy fácil retomar esos argumentos. Marco Aurelio persiguió a cristianos, pero fue siempre definido por esas mismas élites como un gran gobernante”. La gran historiadora Mary Beard lo dice de otra manera: “Nunca sabremos si emperadores como Nerón fueron depuestos porque eran malos y fueron definidos como malos precisamente porque fueron depuestos”.
rican Christians and Sectarian Hatred in the Age of Augustine (2011), se basan sobre todo en un análisis del párrafo del historiador romano Tácito en el que describe las persecuciones, el único documento que habla de ellas aparte de una breve referencia de Suetonio. En sus Anales, escritos unos 60 años después del incendio de Roma, Tácito escribe: “Nerón buscó rápidamente un culpable e infligió las más exquisitas torturas sobre un grupo odiado por sus abominaciones, que el populacho llama cristianos. Cristo, de quien toman el nombre, sufrió la pena capital durante el principado de Tiberio de la mano de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilatos, y esta dañina superstición resurgió no sólo en Judea, fuente primigenia del mal, sino también en Roma, donde todos los vicios y los males del mundo hallan su centro y se hacen populares. Por consiguiente, se arrestó primeramente a todos aquellos que se declararon culpables; entonces, con la información que dieron, una inmensa multitud fue presa, no tanto por el crimen de haber incendiado la ciudad como por su odio contra la humanidad. Todo tipo de mofas se unieron a sus ejecuciones. Cubiertos con pellejos de bestias fueron despedazados por perros y perecieron, o fueron crucificados, o condenados a la hoguera y quemados para servir de iluminación nocturna, cuando el día hubiera acabado” (Traducción de Crescente López de Juan). Richard Holland define este texto en Nero. The man behind the myth como “el documento secular de la antigüedad examinado con una mayor profundidad”.
El profesor de Princeton sostiene que se trata de “un completo anacronismo”, que en realidad Tácito hablaba más de su época que de la de Nerón, donde los cristianos todavía eran muy minoritarios en Roma y es muy posible que ni siquiera fuesen conocidos por ese nombre. Si las acusaciones hubiesen tenido tal magnitud, es insólito que ningún otro autor hablase de ellas, que no exista ningún documento que las describa. Para Shaw, sin duda se produjeron persecuciones después del incendio, dado que Nerón necesitaba encontrar cabezas de turco, pero no pudieron ir dirigidas a los cristianos, que entonces no estaban señalados como un culto pernicioso. “La conexión específica de los cristianos con el gran fuego de Roma se desarrolló más tarde. La mayoría de las fuentes que han llegado hasta nosotros indican que en torno al año 100”, escribe.
"Nerón fue muy famoso, amado por el pueblo, pero
sin embargo fue odiado por el Senado y otras élites de Roma, que le
describieron como un ser maligno”, explica Shaw
miércoles, 9 de diciembre de 2015
Recuperaciones 1º y 2º primera evaluación
Recuperación 1º ESO, tema de Mesopotamia y Egipto
1º b día 21 de diciembre de 2015, 4ª hora.
1º a día 22 de diciembre de 2015, 4ª hora.
Recuperación 2º ESO, temas 4 y 5 (Imperios bizantino y carolingio y aparición islam)
2º b y a día 21 de diciembre de 2015, 5ª y 6ª hora respectivamente.
1º b día 21 de diciembre de 2015, 4ª hora.
1º a día 22 de diciembre de 2015, 4ª hora.
Recuperación 2º ESO, temas 4 y 5 (Imperios bizantino y carolingio y aparición islam)
2º b y a día 21 de diciembre de 2015, 5ª y 6ª hora respectivamente.
martes, 1 de diciembre de 2015
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